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Quiero mostrarte de la Palabra de Dios qué hacer cuando no sabes qué hacer. Todos tenemos esos momentos en nuestras vidas cuando estamos contra esa pared de ladrillos y no tenemos idea de cómo lidiar con eso. Bueno, esos son los momentos en que necesitamos saber qué hacer, ¡cuando no sabemos qué hacer!

¿Recuerdas la historia que se encuentra en 2 Crónicas 20, donde Josafat se enfrentaba a una guerra con un grupo de enemigos que sin duda podrían borrarlo del mapa? Era un rey piadoso de Judá, y cuando se dio cuenta de que este vasto ejército marchaba hacia él, se alarmó, ¡se atemorizó, se preocupó! ¿Quién no lo estaría? Pero tan pronto como vio su situación, “resolvió consultar al Señor y proclamó ayuno para todo Judá”.

Observa cómo respondió a una crisis: resolvió consultar al Señor. ¿Qué es lo primero que haces cuando te enfrentas a un enemigo abrumador de algún tipo? Podría ser un enemigo de las relaciones o un enemigo financiero o un enemigo del desempleo o un enemigo de la salud; vienen en todos los tipos y tamaños. Lo más probable es que tu primera reacción emocional sea alarmarte; eso es de esperarse. Pero, ¿qué te hace hacer esa alarma?

A menudo, lo primero que hago es planificar mi pelea. Cualquiera que sea el problema, empiezo a pensar cómo puedo ganar esta batalla. Puedo hacer esto o aquello; Puedo hablar con esta persona o con aquella; Puedo tirar de esta cuerda o de otra. ¡Seguramente hay algo que puedo hacer para arreglar esta situación y arreglarla rápido! Así que empiezo a elaborar mi plan de batalla.

Josafat sabía más. Recordó primero “consultar al Señor”. ¿Cuál es tu misión imposible hoy, tu persona imposible, tu montaña demasiado alta para escalar? ¿Ya le has pedido al Señor que te guíe? ¿O estás luchando, trabajando y angustiándote para idear tu propio plan de batalla para poder resolver ese problema?

Simplemente detente donde estás y consulta al Señor. Eso significa decirle que confías en él, que crees que es más inteligente que tú y que admites que tus ideas generalmente empeoran las cosas en lugar de resolverlas. Entonces, en lugar de pelear tu batalla, vas a preguntarle al Señor qué hacer. Ese es el primer paso importante.