Play

Parece que más que nunca antes las personas están descontentas con sus trabajos en estos días por muchas razones diferentes. Además, las cargas de trabajo parecen ser mucho más altas y la lealtad entre empleados y empleadores parece mucho menor. Entonces, si te encuentras en un trabajo que realmente no te gusta, tienes compañía.

Puedo entender tu situación porque yo misma he tenido uno o dos trabajos como esos. Pero el apóstol Pablo escribió a los filipenses:

… He aprendido a estar contento con lo que tengo. Sé vivir con casi nada o con todo lo necesario. He aprendido el secreto de vivir en cualquier situación… Pues todo lo puedo hacer por medio de Cristo, quien me da las fuerzas. (Filipenses 4:11-12).

Entonces, quiero hablar sobre cómo estar contento en un trabajo que odias. Sabes, cuando tú y yo aprendemos este secreto de estar contentos, como lo aprendió Pablo, no podemos perder porque nuestra realización y satisfacción no se basan en las circunstancias, no se basan en si tenemos un excelente trabajo que amamos, o uno que ¡odiamos!

Ten en cuenta que Pablo tuvo que aprender esta técnica de estar contento, y nosotros también. Entonces, ¿Estas dispuesto a inscribirte en el curso contentamiento 1  y aprender a estar contento en tu trabajo? Ahí es donde comienza. Si no estás dispuesto a aprender a estar contento, por supuesto, nunca lo aprenderás.

Si insistes en decir: “Odio este trabajo, me niego a cambiar mi actitud hacia este trabajo, nunca podría estar contento y además no quiero estar contento con él”, entonces ya has evitado que Dios te cambie y te de un nuevo corazón y una nueva actitud.

En primer lugar, tienes que renunciar a tus derechos. La mayoría de nosotros pensamos cosas como “No merezco este trabajo” o “Merezco tener un trabajo satisfactorio” o “No está bien que tenga que estar en un trabajo que no utiliza mis talentos”. o “No se puede esperar que soporte el tipo de trato que recibo en mi trabajo”. Esa es solo nuestra naturaleza egoísta normal, que ha sido alimentada y estimulada por nuestra sociedad humanista, enseñándonos “Tenemos nuestros derechos”.

Querido amigo, si quieres ser una persona contenta, primero debes decirle a Dios que reconoces que no tienes derecho a todo lo que crees tener derecho. Si eres hijo de Dios, le perteneces y él es el Maestro. ¿Estás dispuesto a renunciar a tu “derecho” a tener el trabajo que deseas y permitirte estar contento dónde estás? Ese es el primer paso para estar contento en un trabajo que odias.

Tal vez estés pensando: “Bueno, ¿por qué Dios me castigaría con un trabajo como este?” Déjame asegurarte que Dios no está tratando de hacerte la vida miserable. Todo lo contrario. Él tiene planes para ti que son buenos. Pero no puede trabajar esos planes para ti hasta que le entregues tus derechos. La mayoría de las veces Dios no nos libra de las situaciones difíciles hasta que hemos aprendido a estar contentos y a aceptarlas, así aprendemos a confiar en Dios y a tener fe en él, y sin fe es imposible agradar a Dios.

Entonces, el primer paso para estar contento en un trabajo que odias es renunciar a tus derechos a el trabajo perfecto y decirle a Dios que estás dispuesto a quedarte allí y darle a él, el control.

Este es el segundo paso para estar contento con un trabajo que odias: cambia de empleador. Así es, simplemente cambia de empleador ahora mismo, hoy. Pero tu dices: “Acabas de decir que esté dispuesto a quedarme en el trabajo que tengo. Además, no puedo cambiar de trabajo así”. Ah, no dije cambiar de trabajo, dije cambiar de empleador.

Pablo escribió a los colosenses: “Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y no como para nadie en este mundo”. ¿Te diste cuenta de que puedes cambiar de empleador sin cambiar de trabajo? Simplemente di en voz alta: “Ya no trabajo para esa empresa o para esa persona, tengo un nuevo jefe. Ahora trabajo para el Señor”.

Mantén ese pensamiento en tu mente todo el día mientras trabajas y repítete una y otra vez esta verdad: “Yo le reporto a Jesús. Por lo tanto, debo tener cuidado en cómo actúo y necesito vigilar mi actitud, porque yo le reporto “a un nivel superior de gestión: al mismo Jesús”.

No me importa lo duro que sea tu trabajo o lo mucho que lo odies, si trabajas para Jesús, si lo consideras tu jefe, si te recuerdas continuamente que le darás cuentas de cómo te has desempeñado en tu trabajo, y además, que te recompensará si lo haces bien, puedes estar contento ahí mismo en ese trabajo que odias.

Créeme, lo sé porque he tenido que practicar esto yo misma. Durante tres años trabajé en un sitio que odiaba y quería dejarlo. El primer año allí hice todo lo que pude para encontrar otro trabajo, y no pasó nada. Finalmente me di cuenta de que Dios me tenía allí con algún propósito, y decidí trabajar para Dios, no para esa empresa y no para ese jefe imposible.

Tan pronto como cambié de empleador, estaba contenta con ese trabajo. Y Dios me enseñó lecciones para los próximos dos años en ese trabajo que odiaba, que no podría haber aprendido en ningún otro lado. También me usó para alentar a otros que trabajaban allí. Pero no pasó nada bueno hasta que cambié de empleador.

Eso no quiere decir que cada día en ese trabajo fuera una alegría. No, todavía hubo momentos y situaciones difíciles con los que tuve que lidiar. Pero una vez que comencé a ver que Dios tenía un propósito para mí allí mismo, ir a trabajar dejó de ser algo doloroso. Tenía una perspectiva eterna de ese trabajo, y me cambió. Una vez que cambié mi actitud y comencé a trabajar para el Señor, hizo toda la diferencia en el mundo.

Tal vez el problema es que has estado trabajando para ti mismo. No estoy hablando de trabajar por cuenta propia, estoy hablando de trabajar por tus propios motivos egoístas y puramente para la promoción personal. Cuando trabajas para ti mismo, estás trabajando por dinero, progreso, poder, reconocimiento, y esa es una forma egoísta y egocéntrica de trabajar. ¡Podrías ser tu propio peor jefe!

Si has estado trabajando para una persona terrenal, incluyéndote a ti mismo, has estado trabajando para la persona equivocada. Haz realidad este principio bíblico en tu vida: No trabajes para las personas ni para el dinero ni para una empresa, trabaja para Jesús. Te lo prometo, puedes estar contento en un trabajo que odias si trabajas para la persona adecuada.

El tercer paso para estar contento con un trabajo que odias es: ¡Trabaja por el reconocimiento y la recompensa, pero no por el reconocimiento y la recompensa terrenales!

La realidad de la mayoría de los entornos de trabajo es que las expresiones de aprecio y reconocimiento a menudo son pocas y distantes entre sí. Entonces, si odias tu trabajo porque nunca obtienes el reconocimiento o el aprecio que mereces, tengo buenas noticias para ti. Puedes estar contento en ese trabajo que odias, porque cuando trabajas para el Señor, Colosenses 3 dice que recibirás una herencia del Señor como recompensa.

Verás, Dios tiene un programa de reconocimiento e incentivos mejor de lo que cualquier empleador podría soñar, y si realizas tus deberes laborales diarios para él, serás reconocido y recompensado por el Señor, ya sea que tu empleador alguna vez lo aprecie o no.

Entonces, si sientes que no estás recibiendo las recompensas terrenales que mereces, regocíjate al saber que puedes estar seguro de recibir una recompensa celestial. Si estás haciendo un buen trabajo y nadie dice “gracias”, recuerda que algún día obtendrás el “bien hecho, buen y fiel servidor” que se merece de un nivel superior de gestión. Eso es, por supuesto, si estás trabajando para Jesús y no para las personas.

En Mateo 6:19-20, Jesús dijo que, si deseamos las recompensas de los hombres, podemos perder la recompensa de Dios. Si toda nuestra motivación es ser reconocidos y recompensados ​​aquí en la tierra, odiaremos la mayoría de los trabajos que tenemos porque rara vez se otorga un reconocimiento o una recompensa justa en este mundo. Y trabajar por las recompensas terrenales envenenará nuestros motivos y nos impedirá recibir las recompensas celestiales de Dios.

Entonces, si estás en un trabajo que odias, puedes aprender a estar contento si vives sabiendo que tu reconocimiento y recompensa vienen de Dios. Puedes conocer la satisfacción y la realización incluso en ese miserable trabajo, si realmente crees que trabajas para Dios y él te recompensará. Es un gran cambio de actitud, pero el Espíritu Santo tiene el poder de hacer ese cambio dentro de ti si le das ese permiso.

No estoy disculpando la mala gestión, y hay mucho de eso hoy en día. Los gerentes deben hacer bien su trabajo y reconocer a las personas cuando se lo merecen. Hace que sea mucho más fácil “seguir adelante” cuando alguien muestra aprecio.

Sin embargo, cuando nos volvemos tan dependientes de la alabanza y el reconocimiento de las personas, nos convertimos en esclavos de ellas. Supongo que el término de hoy sería “codependiente”. En cualquier caso, buscamos en las personas nuestro sentido de valía personal en lugar de buscarlo en Dios, lo que siempre es un negocio arriesgado, porque la gente nos fallará a menudo. 

Quiero animarte a trabajar para la aprobación de Dios, no de la gente. Cambia tu actitud, reduce tus expectativas de los demás y reduce tus decepciones; te libera de la dependencia que tienes de la aprobación de los demás. Esa es la verdadera libertad. Haz de esto un asunto de oración seria. Dios puede cambiar esta actitud en ti si le das permiso. Ora diariamente para aprender a trabajar por el reconocimiento y la aprobación de Dios, no de la gente.

Eso significa, por supuesto, que tienes que hacer un buen trabajo y no deshacerte solo porque el jefe no parece apreciar lo que haces. Debería significar que la calidad de tu trabajo mejora. No porque Dios sea un amo duro, sino porque quieres agradarle y ser un siervo bueno y fiel. Solo vive sabiendo que él tiene una recompensa para ti por ser un buen empleado, y cuando obtengas esa recompensa, te alegrarás de haber trabajado por ello en lugar de las insignificantes recompensas de las personas.