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¿Sabías que muchos cristianos operan encubiertos? Desafortunadamente eso es a menudo cierto. Algunos tratan de evitar que las personas sepan que son seguidores de Cristo, o no aprovechan las oportunidades que se les presentan para compartir su fe. ¿Por qué no?
Una de las principales razones es el miedo al rechazo. Sabes, este miedo en nuestras mentes es muy exagerado, para empezar. Pocos cristianos realmente experimentan un rechazo severo por parte de los compañeros de trabajo y la gerencia debido a las creencias y principios cristianos. Podemos ser mal entendidos y no siempre incluidos en las actividades, pero esos son rechazos muy pequeños, por regla general. La mayoría de las veces, nuestro testimonio cristiano anima a otras personas y construye puentes en lugar de crear conflictos.
Entonces sabemos que el temor es siempre de nuestro enemigo y no del Señor, así que sabemos tan pronto como tememos algo, que nuestra fe necesita un trabajo de reparación serio. Si Dios es por nosotros, escribió Pablo a los romanos, ¿quién contra nosotros? (Romanos 8:31) Y Jesús dijo: ” A cualquiera que me reconozca delante de los demás, yo también lo reconoceré delante de mi Padre que está en el cielo. Pero a cualquiera que me desconozca delante de los demás, yo también lo desconoceré delante de mi Padre que está en el cielo” (Mateo 10:32 -33).
Otra razón por la que nos infiltramos es porque nuestra cultura envía el mensaje de que los temas religiosos no son apropiados ni legales. Necesitamos darnos cuenta de que hablar de nuestra creencia en Cristo y nuestro compromiso con él no es violar una ley y nunca debemos dejarnos intimidar por esta mentalidad.
Por ejemplo, si tienes la costumbre de pedir una bendición antes de una comida, hazlo en el trabajo. No dudes en decirle a alguien que orarás por él. Si Dios ha contestado una oración, ¿por qué no puedes informar tus buenas noticias y dar crédito a quién le corresponde? No te dejes intimidar por el mensaje del mundo de que solo se habla de Dios y de Jesús en las iglesias y en la privacidad de tu hogar.
Si Cristo te ha hecho libre, ¿cómo no puedes hablar de ello? Cuando los que estaban en el poder les dijeron a Pedro y Juan que no hablaran ni enseñaran nada en el nombre de Jesús. Ellos respondieron: “Juzguen ustedes mismos si es correcto ante los ojos de Dios obedecerles a ustedes antes que a Dios. Porque no podemos dejar de hablar acerca de lo que hemos visto y oído”.
Necesitamos más cristianos que salgan de la clandestinidad y que se atrevan a decir lo que Cristo ha hecho en sus vidas. Nadie puede negar tu testimonio. Pueden decir que no creen en la Biblia o que no creen que Cristo es el único camino a Dios. ¡Pero no pueden decirte que lo que te ha pasado a ti, no pasó!