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Estamos hablando de conflicto y aplicando la sabiduría de Dios a nuestros desafíos en las relaciones actuales. Todos tenemos un conflicto y todos necesitamos ayuda para superarlo en ocasiones.
La realidad es que el conflicto puede desencadenar emociones fuertes y provocar sentimientos heridos, decepción e incomodidad. Cuando se maneja de manera poco saludable, puede causar resentimiento y rupturas que parecen irreparables. Pero cuando el conflicto se resuelve de una manera saludable, cuando aplicamos la sabiduría de Dios, aumenta nuestra comprensión de la otra persona, genera confianza y fortalece nuestras relaciones.
Santiago 1: 19-20 dice: Mis amados hermanos, quiero que entiendan lo siguiente: todos ustedes deben ser rápidos para escuchar, lentos para hablar y lentos para enojarse. El enojo humano no produce la rectitud que Dios desea.
Ahora observa que Santiago dice: “Sean lentos para enojarse”. No está quitando ni descartando la ira, pero da una fuerte amonestación. Sean rápidos para escuchar, lentos para hablar. En otras palabras, ¡no lo manejes con ira! Y controla tu enojo. A menudo, la ira es una reacción injustificada.
Cuando el conflicto desencadena emociones fuertes, la objetividad puede irse por la ventana. Tendemos a reaccionar antes de escuchar. Cuando lo manejamos con emoción al responder a un conflicto, tendemos a basar nuestra respuesta en nuestras percepciones de la situación, no necesariamente en una visión objetiva de los hechos. Podemos sacar conclusiones precipitadas y hacer suposiciones sobre otra persona y sus acciones y motivos.
Si bien podemos sentir que tenemos razón sobre lo que estamos viendo y experimentando en el conflicto (y, por cierto, es muy probable que la otra persona piense que también tiene razón), es posible que no nos demos cuenta de que nuestras percepciones a menudo están influenciadas por nuestras experiencias de vida, nuestros valores y nuestras propias creencias.
Entonces, ¿cómo aplicamos la sabiduría bíblica que Santiago está dando?
Cuando Santiago dice: “Sean rápidos para escuchar”, se trata de un momento para detenerse, respirar profundamente, hacer una pausa y tratar honestamente de ver las cosas desde la perspectiva de la otra persona. Empatiza con su punto de vista.
Podemos estar tan comprometidos con nuestro punto de vista que descartamos cómo otra persona puede estar pensando o sintiendo. Así que tómate un tiempo para escuchar. Y se lento para hablar. La tendencia natural puede ser jugar a la defensiva, pero aquí es donde la humildad es útil. Mantén la calma, no te pongas a la defensiva y se respetuoso en tus reacciones. Se consciente de tu expresión facial, lenguaje corporal, palabras y tono. Y como diría mi amiga Nicole… recuerda: rápido, lento, lento.