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Muchos de nosotros nos quedamos estancados en algún lugar de la vida, y es como vivir con zapatos de cemento: ¡simplemente no puedes hacer que tu vida vaya, como quieres, porque estás estancado!

Muchos están atrapados en el lodo de la amargura. Ha ocurrido algo que los mantiene atascados en la autocompasión o auto lastima por lo que otra persona hizo o está haciendo. ¿Puedes identificarte con eso?

No estoy excusando el mal comportamiento de los demás y sin duda algunas de esas heridas son profundas y nuestra herida es grande. Pero cuando permaneces atascado en la amargura, permites que la persona que te ha hecho daño continúe haciéndote daño porque lo que hizo, es mantenerte en la esclavitud de la pena y el dolor.

Pienso en una querida amiga cuyo padre alcohólico le causó mucha infelicidad durante toda su vida. Una y otra vez él la lastimó y decepcionó, y como una joven adulta, finalmente decidió no tener nada que ver con él. Para evitar que él la lastimara de nuevo, simplemente cortó la relación. Pero todavía estaba estancada debido a la amargura que se había acumulado dentro de ella.

Finalmente, y tomó un tiempo, se dio cuenta de que era su decisión… permanecer atrapada en la amargura o elegir ser liberada, y Dios le permitió perdonar a su padre. Afortunadamente, pudo hacer esto antes de que él muriera, y restableció su relación con él, lo perdonó y eso la ha sacado milagrosamente de ese lugar atascado y le ha dado una nueva alegría. La ha cambiado de muchas maneras; su matrimonio está mejor que nunca, su paz fluye como un río. Ya no está atrapada en la amargura.

Si ahí es donde estás, atrapado en la amargura, te recuerdo Hebreos 12:15 que dice que no debemos permitir que ninguna raíz de amargura crezca en nosotros, porque causará problemas y contaminará a muchos. Eso es lo que sucede cuando estás atrapado en la amargura, pero Jesús puede liberarte. Pídele que cambie tu corazón hoy y te libere de la amargura.