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El libro de Tom Holladay, Los principios de relación de Jesús, habla sobre la importancia de la humildad en todas nuestras relaciones, pero primero tenemos que entender el significado de Dios de la verdadera humildad. Tom da cuatro ejemplos básicos y el primero es:
La humildad no es pensar menos en mí mismo; es estar pensando más en los demás.
Para ser verdaderamente humilde, no tienes que descuidarte ni negarte a ti mismo ni a tus dones. Las personas verdaderamente humildes simplemente pasan más tiempo pensando en los demás que en sí mismos. Andrew Murray lo expresó de esta manera: “La persona humilde no es una persona que piense mal de sí misma; ¡simplemente no piensa en sí misma en absoluto!” Filipenses 2: 3-4 es un desafío:
No sean egoístas; no traten de impresionar a nadie. Sean humildes, es decir, considerando a los demás como mejores que ustedes. No se ocupen solo de sus propios intereses, sino también procuren interesarse en los demás.
Hace algunos años, cuando comencé a tomar este pasaje en serio, me sentí frustrada porque no podía entender cómo llegaría al lugar donde realmente pensara que los demás son mejores que yo. Honestamente, esa es una tarea difícil, ¿verdad? Entonces, oré al respecto, pidiéndole a Dios que me mostrara cómo poner en práctica este principio en mi vida. Sabía que tenía que ser una cosa de Dios, algo que el Espíritu Santo me diera el poder para hacer, porque nunca podría hacerlo sola.
Luego miré las palabras más de cerca y me di cuenta de que decía que debería “considerar” a los demás mejores que yo. No tengo que sentirlo; Solo necesito considerarlo. Otras traducciones dicen que estima a los demás mejor que a ti mismo, cuenta como a otros más importantes que tú, considera a los demás mejores que tú. Significa que haces esto basado no en tus sentimientos o emociones, sino por obediencia y un conjunto de tu voluntad.
Un escritor lo expresó de esta manera: a medida que estimamos mejor a los demás, naturalmente nos preocuparemos por sus necesidades y preocupaciones; Este tipo de mentalidad que mira hacia afuera conduce naturalmente a una unidad entre el pueblo de Dios. Si te estoy considerando por encima mío, y me estás considerando a mí por encima tuyo, sucede algo maravilloso: tenemos una comunidad en la que todos somos admirados y nadie es menospreciado.
La verdadera humildad no es pensar menos en mí mismo; es estar pensando más en los demás. Y los beneficios son enormes.