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¿Te sientes ansioso por algo? ¿Estás muy perturbado por una situación en tu vida? ¿Parece imposible encontrar descanso y paz en este momento? Recientemente, un pasaje en Isaías 48 me dio una idea de las razones detrás de la ansiedad y el malestar que estaba experimentando.

“Así dice el Señor, tu Redentor, el Santo de Israel: “Yo soy el Señor tu Dios, que te enseña lo que es mejor para ti, que te dirige por el camino en que debes andar. Si tan solo hubieras prestado atención a mis mandamientos, tu paz hubiera sido como un río, tu bienestar como las olas del mar” (Isaías 48:17-18).

Cuán incisivamente la Palabra de Dios atraviesa y expone los problemas reales. Se me recordó que la ansiedad y el malestar a menudo son el resultado de mi falta de atención a lo que sé acerca de Dios. Rara vez necesito alguna nueva verdad o principio para ayudarme; Sólo necesito practicar lo que ya sé.

La dirección y los mandamientos de Dios están ahí para que todos los veamos y entendamos. Sabemos lo básico, ¿no? Y, sin embargo, nuestros pies tienden a desviarse. Dejamos algo aquí y algo más allá, que sabemos que deberíamos estar haciendo, y fallamos en seguir completamente los mandamientos de Dios que se entienden claramente.

Me doy cuenta de que rara vez tomo la decisión deliberada de desviarme de los principios de Dios. Es simplemente no prestar atención a lo que ya sé. Mi enfoque se fractura. Me muevo un poco fuera del centro, simplemente porque no he prestado atención como debería.

Y cuando eso sucede, los resultados son pérdida de paz, pérdida de descanso, ansiedad, frustración. Cuando comienzas a escarbar debajo de esos efectos externos, a menudo descubres que la causa es la falta de atención a los mandamientos de Dios. Puede ser algo que parezca muy pequeño, pero si te alejas de hacerlo a la manera de Dios, puedes esperar perder la paz y el descanso que tu tanto necesitas.

El Señor le dijo a su pueblo: “Si tan solo hubieras hecho caso a mis mandamientos, tu paz hubiera sido como un río”. Si le falta paz a tu vida, consulta el departamento de obediencia y ve si hay algún área en la que no le estás prestando atención a Dios. Una vez que te enderezas, esa magnífica, maravillosa e indescriptible paz volverá, como un río, inundando tu corazón y calmando tus nervios.