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¿Has pensado alguna vez en los peligros espirituales a los que te enfrentas? El número cuatro es:

Auto confianza

Parece ser una creencia universalmente aceptada que todos debemos tener confianza en nosotros mismos. Pero Pablo les escribió a los filipenses que nosotros, los creyentes, que nos gloriamos en Cristo Jesús, no debemos confiar en la carne. Continuó enumerando todas las razones por las que podía confiar en sí mismo: provenía de la familia adecuada, tenía la mejor educación, había demostrado un gran celo y cumplido las leyes sin falla.

Pero él dijo: “todo lo considero pérdida por razón del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo he perdido todo, y lo tengo por estiércol, a fin de ganar a Cristo  y encontrarme unido a él. No quiero mi propia justicia que procede de la ley, sino la que se obtiene mediante la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios, basada en la fe” (Filipenses 3: 8-9).

¿Por qué la confianza en uno mismo es un gran peligro espiritual? Porque erosiona nuestra fe y confianza solo en Cristo. Cada vez que empezamos a pensar que podemos hacer algo por nuestra cuenta, o sentimos que hemos logrado alguna posición por nuestros propios esfuerzos; siempre que tengamos confianza en nosotros mismos o en nuestras habilidades, nos encontramos en un lugar peligroso. Es entonces cuando pensamos que nos mantenemos firmes, pero en cambio, es más probable que caigamos.

He notado a lo largo de los años que cuando se acerca un gran evento, un compromiso para hablar, un retiro o lo que sea, usualmente la semana anterior, Dios tiene una forma de recordarme que, si creo que puedo hacer esto por mi cuenta, será mejor que lo piense de nuevo. Haré algo realmente estúpido, me olvidaré de algún detalle, o me enojaré con alguien y diré algo que no debería, algo así. Y he decidido que es la manera de Dios de susurrarme al oído: “No dejes que la confianza en ti misma se convierta en tu talón de Aquiles; no confíes en ti misma. Recuerda, utilizo las cosas débiles y necias de este mundo “.

La confianza en uno mismo es un gran peligro, pero la confianza en Dios es poderosa. Estoy segura de que me ama y siempre lo hará. Confío en que puedo subir a su trono con valentía en cualquier momento y él me escucha. Estoy segura de que gracias a Jesús tengo vida eterna con Dios. Y estoy segura de que puedo hacer todo lo que Dios quiere que haga a través de Cristo, quien me da fuerzas. Eso no es confianza en uno mismo; eso es confianza en Dios.