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Muchos del pueblo de Dios todavía están cargados de vergüenza, pero ten la seguridad de que Jesús quiere liberarnos de nuestra vergüenza. No quiere que sus hijos anden con una mochila llena de vergüenza sujetándolos.

Si estás albergando vergüenza, ¿te has preguntado qué mentiras estás creyendo sobre tí mismo? La vergüenza nos ataca personalmente; nos hace creer que somos inútiles y fracasados ​​en lugar de vivir en la verdad de lo que somos en Cristo: nuevas creaciones. Si puedes mirar hacia atrás, donde comenzó tu vergüenza y llevar ese lugar a Jesús para que lo cure, entonces podrás comenzar a desentrañar esta colección de vergüenza que has estado cargando durante demasiado tiempo.

La vergüenza afecta todas tus relaciones. Primero, afecta tu relación con Dios. En lugar de acercarte al trono de la gracia de Dios con confianza, la vergüenza te hace querer esconderte de Dios, como hicieron Adán y Eva cuando vieron su vergüenza después de pecar. Entonces, esa vergüenza te impide orar y te aleja de la Palabra de Dios, y a menudo de la comunión con otros creyentes. No te ves vestido con la justicia de Jesucristo, que es tu verdadera condición como creyente nacido de nuevo en Jesucristo, sino que te ves a ti mismo con tus propias ropas andrajosas y olvidas que Dios te ha perdonado y quitado el pecado de ti y ya no lo recuerda.

La vergüenza también afecta tus relaciones con los demás. Te empuja a aislarte porque te sientes expuesto. Y cuando albergas vergüenza una y otra vez, te sientes tan terrible que abres la puerta a emociones incontrolables como la ira y la rabia y puede hacer que arremetas contra los demás y dañes esas relaciones, todo debido a esta vergüenza que te retiene en esclavitud.

Una mujer contó cómo aprendió a descartar la vergüenza usando un gesto físico de levantar las manos al aire y decir: “Libero esta vergüenza; esta vergüenza no me pertenece “. Esta puede ser una forma poderosa de reforzar tu decisión de dejar ir la vergüenza en tu corazón. Jesús despreció la vergüenza, la rechazó, y nosotros también podemos hacer eso.

Tu arma más poderosa contra la vergüenza es la verdad de la Palabra de Dios. Úsala para comenzar tu camino hacia la liberación de la vergüenza.