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Nos dicen que se necesitan 21 días para romper un viejo hábito y 65 días para establecer uno nuevo. Vaya, el cambio es difícil y lento para nosotros, ¿no es así?

Piénsalo: ¿Cuáles son las cosas en ti que sigues intentando o tratando cambiar, pero que todavía no ha sucedido? Vas a estar más organizado; vas a comer mejor; vas a empezar a hacer ejercicio con regularidad; vas a leer tu Biblia y orar más. Muchos de nosotros tenemos muchas buenas intenciones de hacer cambios en nuestras vidas, pero con demasiada frecuencia esas intenciones nunca se concretan. ¿Por qué?

Bueno, por un lado, el cambio es muy incómodo. Nos hemos cavado algunos pequeños surcos en los que funcionamos. Esos surcos con frecuencia son malos hábitos que deben ser reemplazados, pero hemos estado allí tanto tiempo que nos sentimos cómodos allí. Tan pronto como comienzas a cambiar algo, entras en un período de transición que es todo menos cómodo.

Pero piénsalo: nunca podemos mejorar sin cambiar, por lo que, a menos que estés dispuesto a estancarte donde estas, debes aprender a incorporar el cambio en tu vida en pequeñas y grandes formas. Y hay muchas habilidades, disciplinas y buenos hábitos que solo podemos aprender enseñándonos a cambiar.

Por ejemplo, si quisieras ser un mejor oyente, tendrías que cambiar algunos de tus malos hábitos de escucha y reemplazarlos por buenos. Quizás tiendes a interrumpir a los demás con frecuencia. Para cambiar ese mal hábito, tendrías que esforzarte conscientemente en no interrumpir. No sucedería de la noche a la mañana, pero ciertamente podrías convertirte en un mejor oyente si estuvieras dispuesto a cambiar.

Recuerda, cuando decidimos cambiar un mal hábito, al principio es muy incómodo, y nuestra tendencia natural es volver a nuestras viejas rutinas. Quiero animarte a no dejar que la incomodidad del cambio te impida cambiar. Vive los sentimientos incómodos, pero no te rindas.

Pablo dijo: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13). No por ti mismo, sino por medio de Cristo puedes cambiar, si estás preparado para vivir el período de transición, acostúmbrate al nuevo territorio, y no permitas que esos sentimientos incómodos te impidan cambiar.