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Quiero decirte cuáles creo que son los cinco peligros más grandes que tú y yo enfrentamos en nuestro caminar como creyentes.

Autosuficiencia

Si crees en la opinión común de que eres todo lo que necesitas, estás en gran peligro. Sin embargo, mucha gente lo considera una actitud muy digna y admirable.

Recuerdo muy bien una conversación que tuve con una mujer de negocios muy exitosa que había ascendido en la escala profesional muy rápido y muy alto y ganó mucho dinero y reconocimiento. Ella me dijo: “No necesito a nadie más que a mí misma. No dependo de nadie más que de mí. He aprendido que hay que cuidar el puesto número uno y no depender de los demás”.

Aunque no lo reconozca, corre un gran peligro porque, en realidad, no es autosuficiente, independientemente de su historial o sus logros. Verás, es posible que podamos arreglárnoslas con nuestra actitud autosuficiente durante algún tiempo y podemos engañarnos a nosotros mismos creyendo que es verdad. Pero siempre llegará un momento en que te enfrentes a la realidad de que no eres suficiente.

La muerte ciertamente es un punto de control que muestra la falacia de la autosuficiencia. La Biblia dice: “Y así como cada persona está destinada a morir una sola vez y después vendrá el juicio,..” (Hebreos 9:27). Este es un lugar seguro donde tenemos que admitir nuestra incapacidad para ayudarnos a nosotros mismos y, en cambio, poner nuestra confianza totalmente en el Señor Jesucristo. Su muerte, sepultura y resurrección nos aseguran que, a través de la fe en él, podemos enfrentar la muerte sabiendo que más allá de la tumba hay una eternidad con Dios. Pero no puedes hacer eso por tu cuenta. Nadie es autosuficiente cuando se trata de morir. Somos dependientes de Dios.

El Apóstol Pablo tuvo que aprender que él no era autosuficiente, a pesar de que estaba bien educado, tenía las credenciales correctas y estaba totalmente dedicado a servir a Cristo. Se enfrentó a una discapacidad que le mostró lo insuficiente que era. Pero aprendió la gran verdad de que la gracia de Dios era suficiente para él, porque el poder de Dios se perfecciona en la debilidad. Si quieres que el poder de Dios se perfeccione en tu vida, admite tu debilidad, confiesa que no eres autosuficiente y conoce la maravillosa libertad de obrar en la gracia de Dios, que te será totalmente suficiente.