Play

Como creyente, ¿cuál es mi identidad?  La Biblia dice que somos el Edificio de Dios, el Cuerpo de Cristo y la Novia de Cristo.

En Génesis 24 vemos una hermosa historia de amor que es un tipo maravilloso del amor de Dios por nosotros, su novia.  Abraham estaba envejeciendo y quería encontrar una esposa para su amado hijo, Isaac. Entonces, envió a su siervo principal a su propio país para encontrar una esposa para Isaac.

El sirviente llevó consigo todo tipo de cosas buenas de su amo para la novia cuando la encontrara.  Oró para que Dios le mostrara quién debía ser esa novia, y Rebeca llegó al pozo donde descansaba el siervo, se ofreció a dar de beber a sus camellos, y supo que ella era la novia elegida por Dios para Isaac.

Él le dio joyas de oro y plata y artículos de ropa, regalos costosos.  Y cuando se le preguntó si iría a casarse con Isaac, ella respondió simplemente: “Iré”.

Te animo a leer toda la historia en Génesis 24 y ver el hermoso tipo de amor de Dios por nosotros.  Él envía al Espíritu Santo para cortejarnos, nos ofrece grandes tesoros y nos pide que seamos su novia prometida. Si y cuando decimos “Lo haré”, estamos comprometidos.

Y así como Rebeca estaba comprometida con alguien que aún no había visto, nosotros también.  Pedro escribió: “Ustedes aman a Jesucristo a pesar de que nunca lo han visto. Aunque ahora no lo ven, confían en él y se gozan con una alegría gloriosa e indescriptible…. ” (1 Pedro 1:8).

¿Eso describe la forma en que te sientes? ¿Estás lleno de glorioso gozo al saber que estás comprometido con alguien que aún no has visto?  Si no, podría ser porque o bien no has entendido tu relación con Jesús como su prometida, o no has enfocado tu mente en ello.

Espero que seas muy consciente de que eres la novia prometida.  Si llevas ese conocimiento contigo, te verás a ti mismo de manera diferente, verás a los demás de manera diferente y tus circunstancias no tendrán tanto control sobre ti. Hay una gran boda para anticipar, y como todas las novias, debemos centrarnos en ese evento.