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¿Quién soy? Como creyentes, debemos saber quiénes somos como seguidores de Cristo. Nuestra identidad necesita estar firmemente basada en lo que la Biblia nos dice acerca de cómo Dios nos ve cuando le pertenecemos. No con el propósito de enfocarse en uno mismo, sino para estar equipado para adorar y servir a nuestro Señor de manera efectiva.

Cuando te conviertes en creyente y seguidor de Jesucristo, ya hemos visto que te conviertes en el Edificio de Dios; una residencia para el Espíritu Santo, haciendo de tu cuerpo su templo. Luego vimos que todos los creyentes son parte del Cuerpo de Cristo, y un cuerpo tiene partes funcionales que trabajan juntas y cada parte es necesaria.

  1. Luego entonces somos llamados la NOVIA de Cristo.

“Uno de los siete ángeles… vino y me dijo: Ven, te mostraré a la novia, la esposa del Cordero” (Apocalipsis 21:9).  “¡Regocijémonos y alegrémonos y démosle gloria!   Porque las bodas del Cordero han llegado, y su esposa se ha preparado” (Apocalipsis 19:7).

En Efesios 5 Pablo habla acerca de la relación matrimonial, cómo un esposo debe tratar a su esposa, incluso como su propio cuerpo, y cómo los dos se convierten en una sola carne.  Luego agrega: “Eso es un gran misterio, pero ilustra la manera en que Cristo y la iglesia son uno” (Efesios 5:32).

Es bueno saber que somos el edificio de Dios y el cuerpo de Cristo, pero eso no fue suficiente.  Dios quería que supiéramos cuánto nos ama, cuán queridos somos para él, cuánto nos atesora. Y así, él nos ha hecho la amada esposa de Jesucristo.

Eso es lo que somos en Jesús, gracias a Jesús.  Somos su futura esposa. Estoy segura de que Dios usó esta analogía porque quería que supiéramos cuánto nos ama, cuán tierna y cercana es nuestra relación con él.

Queridos amigos, ¿no podemos regocijarnos en lo que somos?  ¿No es esta identidad más importante que cualquier clasificación o identificación terrenal? Recuerda que al salir a tu mundo, si conoces a Jesús, eres la amada Novia prometida de Cristo.  ¡Alegrate!