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Muchas veces no volamos como un águila porque tenemos miedo de correr riesgos. Aquí tienes una excusa que puede mantenerte atascado en la mediocridad:

No tengo el talento, las habilidades o la experiencia que se requiere para ser un visionario.

Quizás estés pensando: las personas que se arriesgan están superdotadas de una forma u otra. No tengo ningún don especial, solo soy una persona común, que puede hacer cosas comunes de una manera común.

Si esta es tu excusa, no tienes excusa, porque escucha lo que Pablo escribió a los Corintios:

“Hermanos, consideren su propio llamamiento: No muchos de ustedes son sabios, según criterios meramente humanos; ni son muchos los poderosos ni muchos los de noble cuna. Pero Dios escogió lo insensato del mundo para avergonzar a los sabios, y escogió lo débil del mundo para avergonzar a los poderosos. También escogió Dios lo más bajo y despreciado, y lo que no es nada, para anular lo que es, a fin de que en su presencia nadie pueda jactarse.” (1 Corintios 1: 26-29).

¿Cuántos ejemplos quieres de cómo Dios usa a la gente común? Comienza con Pedro, Santiago y Juan, pescadores sin educación. Considera a Tamar, Rahab, Rut, Betsabé, todas bisabuelas del linaje de Jesucristo, y todas totalmente incompetentes para el trabajo. La Biblia y la historia de la iglesia están repletas de ejemplos de personas que fueron utilizadas poderosamente por Dios en pequeñas y grandes formas, a pesar de que no tenían las credenciales adecuadas, la educación adecuada, las capacidades y habilidades adecuadas. De esa manera, Dios recibe la gloria.

Soy demasiado viejo para pedir una visión.

Estás pensando: ¿si tuviera veinte años, entonces, podría hacer algo grandioso por el Señor? Pero ya es demasiado tarde.

Considera a Caleb, a quien después de 40 años de vagar por el desierto, se le permite ir a la Tierra Prometida. Entonces, ahora de 85 años, Caleb va a Josué y le dice:

“Y todavía mantengo la misma fortaleza que tenía el día en que Moisés me envió. Para la batalla tengo las mismas energías que tenía entonces.  Dame, pues, la región montañosa que el Señor me prometió en esa ocasión.”(Josué 14: 11-12a).

Si has estado usando la edad o alguna discapacidad como tu excusa para no pedirle a Dios una visión, ora “Dios, dame esta colina, dame una visión de lo que quieres hacer conmigo ahora a esta edad en este tiempo. “