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“El encanto es engañoso, y la belleza no perdura, pero la mujer que teme al Señor será sumamente alabada.” Probablemente reconozcas ese versículo del famoso capítulo 31 de Proverbios, que describe a una mujer piadosa. Lo único que hizo que esta mujer fuera significativa era que temía al Señor.

Quiero ser una mujer piadosa y estoy segura de que tú también. Entonces, ¿cómo nos convertimos en una mujer que teme al Señor? ¿Qué significa eso? Este es un temor reverente, un temor que proviene de saber lo suficiente acerca de Dios para asombrarse de su poder, su santidad, su soberanía. Un asombro que brota del amor y la devoción.

Primero, hablemos de lo que debemos temer si tememos al Señor.

  • Debo temer traer cualquier tipo de deshonra al nombre de Jesús.

El Salmo 69:6 es una oración de David que he escrito en mi diario de oración y oro a menudo:

No dejes que los que confían en ti sean avergonzados por mi culpa, oh Señor Soberano de los Ejércitos Celestiales. No permitas que sean humillados por mi causa, oh Dios de Israel.”.

¿Tienes miedo de hacer algo que cause que el nombre de Jesús sea deshonrado? Ese es un temor reverente; es el temor del Señor.

Hemos visto muchas veces, tanto en el ámbito público como en el privado, cómo los cristianos se han desviado moral y éticamente, y han traído deshonra al nombre del Señor. Tengo un gran temor de hacer eso y espero que siempre lo tenga.

¿Por qué tengo temor de traer deshonra al nombre del Señor? Uno, porque sé lo débil que soy y lo fácil que sería para mí caer. Eso es cierto para todos nosotros. Dos, porque la idea de romperle el corazón a él través de un fracaso moral me rompe el corazón a mí. Y tres, porque sé que perdería mucho; mi ministerio y libertad para servir al Señor se verían muy afectados si trajera deshonra a su nombre.

Cuando tengas un temor santo de traer deshonra al nombre de Dios, observarás muy de cerca la forma en que vives. Ninguna emoción temporal puede incitarte a pagar este terrible precio, cuando realmente temes al Señor como debes.