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Hace unos años estaba hablando con una amiga que tiene un pasado doloroso con el que lidiar. Hubo algunos abusos mentales y físicos en su infancia y, por supuesto, ha luchado con las secuelas. Pero ella estaba compartiendo conmigo, cómo Dios la está sanando y liberándola de este doloroso pasado.

Ella dijo: “Mary, finalmente llegué a la conclusión de que podía engrandecer mi pasado o engrandecer a mi Señor. Si engrandezco el pasado, seré derrotada y deprimida para siempre. Así que elegí engrandecer al Señor en mi vida.”

¿Qué estás engrandeciendo en tu vida hoy? ¿Estás tan concentrado en el aquí y ahora que no puedes ver mucho más? Ese fue el problema para los discípulos cuando Jesús les dijo que los dejaría y que no lo verían más, pero luego les prometió que “dentro de poco, en un ratico” regresaría y se regocijarían nuevamente.

Un santo de la antigüedad, Amos Wells, escribió: “Cúrame de mi ceguera que borra la eternidad con este pedacito de vida mortal apretado”. Escribí su oración en mi diario hace varios años y con frecuencia se la he repetido al Señor. Tú y yo muchas veces necesitamos ser sanados de la ceguera que nos impide ver lo invisible, mirar con ojos eternos. ¿Qué “pedacito de vida mortal” se está cerrando tanto a tu alrededor que está borrando tu visión de la eternidad? ¿Qué “ratito” te está robando la alegría y la fuerza?

El salmista dijo: “Engrandezcan al Señor conmigo; exaltemos su nombre” (Salmo 34:3). Si eliges enfocarte en las cosas incorrectas y se engrandecen, entonces te encontrarás en una gran cantidad de trastornos mentales y emocionales. Nuestro desafío, por lo tanto, es mantener nuestros ojos en el Señor.

¿Te comprometerás a engrandecer al Señor? Cuando hagas eso, comenzarás a desplazar todas las otras cosas negativas de este “en un ratico”, y descubrirás que la vida es más dulce, Jesús está más cerca y tienes una pequeña muestra de cómo será en el cielo cuando estemos frente a él y veamos a Jesús cara a cara.