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¿Alguna vez has anhelado algo, orado fervientemente por algo que deseabas con todo tu corazón y alma? Tal vez eres soltero y has orado por un cónyuge. O estás casado y has orado por un hijo. Tal vez hayas orado por un trabajo específico, un aumento de sueldo o una promoción. A veces vemos a Dios contestar nuestras oraciones de la manera que deseamos, otras veces responde de una manera que no esperábamos y no está alineado con lo que anhelábamos. Tal vez estés en un período de espera y preguntándote si Dios vendrá y cuándo lo hará.

A veces le pedimos algo a Dios y él responde con un “no”, un “sí” o un “todavía no”. Es en los tiempos del no o todavía no que nuestra fe puede estirarse. Y también es en estos tiempos en los que puede ser muy fácil perderse la bendición y la provisión que tenemos frente a nosotros, porque estamos tan concentrados en el resultado que queremos.

Cuando pienso en una oración de anhelo, me recuerda la oración de Ana en 1 Samuel. Ana estaba afligida por una situación difícil en su vida. Ella deseaba desesperadamente un hijo, pero no podía tener hijos, así que fue ante el Señor y derramó su corazón ante él. 1 Samuel 1:10 nos dice: “con gran angustia comenzó a orar al Señor y a llorar desconsoladamente”. Ana declara: “Soy solo una mujer angustiada que ha venido a desahogarse delante del Señor… He pasado este tiempo orando debido a mi angustia y aflicción” (1 Samuel 1:10,15-16 CSB). Ana es honesta sobre el dolor de su anhelo insatisfecho.

¿Cuál es el anhelo de tu corazón que no ha sido satisfecho en la forma o en el momento que deseas? Puede ser muy difícil confiar en Dios para que nos dé lo mejor cuando se retrasa un deseo profundo de nuestro corazón. Ana estaba en un lugar desconsolada y ella abrió su corazón a Dios y Dios la escuchó.

No nos gustan los lugares difíciles, pero Dios usa los lugares difíciles para llevarte a una relación más profunda con él. Él quiere que vengas a él con tus heridas, angustias, amarguras y resentimientos. Dios ya sabe lo que está en tu mente y tu corazón, pero orar te ayuda a trabajar y procesar tu dolor cuando verbalizas y das palabras a tus emociones, permitiendo que la vulnerabilidad y la profundidad de tu corazón clamen a él.

Cuando estás sufriendo por privaciones, dificultades y anhelos insatisfechos, Dios está obrando de maneras que no puedes ver. Puede que no resulte como esperabas, pero Dios está obrando y te fortalecerá para caminar por fe y confianza cuando abras tu corazón a él.