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El libro de los Salmos a menudo ha sido llamado un libro de oración y es rico en ejemplos de la comunicación de los salmistas con Dios. Como seguidor de Jesús, tienes una relación con Dios que te permite tener una rica comunicación espiritual con él. Tienes el privilegio de hablar con Dios, de abrirle tu corazón, y también de oírlo y escucharlo por el poder de su Espíritu Santo.

Vemos esto derramarse en oración en el Salmo 25, un Salmo de David. David era un rey de Israel y se le menciona como un hombre conforme al corazón de Dios. A lo largo de los Salmos lo vemos clamando a Dios mientras sus enemigos lo persiguen repetidamente, lamentándose de su pecado y orando en sus momentos de mayor lucha y necesidad. David nos da una mirada honesta de cómo suena, venir ante Dios en tiempos de problemas. En este Salmo escuchamos los clamores de su corazón cuando busca el consejo del Señor y confiesa su total dependencia de él.

¿A dónde recurres cuando te sientes desesperado? ¿De quién o de qué dependes en tiempos de problemas? Tal vez estés en una temporada difícil en tu matrimonio, tu soltería, tu salud, tu trabajo. Tal vez un compañero de trabajo ha hablado mal de ti y te ha dado una mala reputación o estás sin trabajo y no sabes qué sigue, y necesitas desesperadamente orientación. David nos recuerda dónde mantener nuestro enfoque.

“A ti, Señor, elevo mi alma; mi Dios, en ti confío; no permitas que sea yo humillado, no dejes que mis enemigos se burlen de mí. Quien en ti pone su esperanza jamás será avergonzado; pero quedarán en vergüenza los que traicionan sin razón. Señor, hazme conocer tus caminos; muéstrame tus sendas. Encamíname en tu verdad, ¡enséñame! Tú eres mi Dios y Salvador; ¡en ti pongo mi esperanza todo el día! Acuérdate, Señor, de tu ternura y gran amor, que siempre me has mostrado.” (Salmo 25:1-6 NVI).

Escuchas el anhelo, la humildad y la gratitud en las palabras de David. Comienza esta oración reconociendo a Dios y declarando su confianza en él y en su carácter. Dios es digno de confianza sin importar las dificultades que enfrente. Valientemente le pide a Dios lo que necesita. Desea desesperadamente escuchar a Dios, conocer sus caminos y ser guiado en la verdad. Espera en el Señor todo el tiempo que sea necesario hasta que escuche su voz y su dirección.

Creo que puede ser fácil olvidar la bondad de Dios. U olvidar orar e impacientarse en la espera. ¿Has olvidado la bondad de Dios en tu momento de desesperación? ¿Eres impaciente mientras lo esperas? Alguien dijo una vez, Dios nunca llega tarde, rara vez llega temprano, pero siempre llega a tiempo. Abre tu corazón a él, alábalo, confía en él. Él sabe exactamente lo que necesitas.