Podcast (podcast-spanish): Play in new window | Download (Duration: 2:47 — 6.4MB)
¿Te comparas a menudo con otras personas? ¿Has pensado en las consecuencias de hacer eso? Vamos a ver a algunas personas en la Biblia que se compararon con otras y, con suerte, aprenderemos de sus errores.
Es muy fácil para cualquiera de nosotros caer en la trampa de compararnos con otras personas. Pero las consecuencias pueden ser devastadoras y también pecaminosas.
Por lo general, cuando nos comparamos con los demás, llegamos a una de tres conclusiones:
- Somos mejores que ellos.
- Ellos son mejores que nosotros.
- Preferimos ser ellos que nosotros mismos.
Recuerda la parábola del fariseo y el recaudador de impuestos, donde el fariseo pensaba que era mejor que todos los demás, particularmente mejor que el pecaminoso recaudador de impuestos, porque comparó su apariencia exterior con la de los demás y concluyó que era verdaderamente un buen tipo. El recaudador de impuestos, por otro lado, reconoció su necesidad y le pidió a Dios misericordia. Jesús dijo que Dios escuchó la oración del recaudador de impuestos, pero no la oración del fariseo.
Con qué frecuencia, como el fariseo, comparamos las apariencias externas y terminamos pensando que somos muy buenos. ¿Sueles mirar a los demás y pensar: “Bueno, me veo mejor que ella”, “Me desempeño mejor que él” o “Tengo más que ofrecer que ellos”?. Cuando haces este tipo de comparaciones, el pecado del orgullo se está apoderando de tu mente.
Lo que encuentro particularmente frecuente entre la gente de negocios es que comparamos nuestras posiciones y nuestros salarios, y pensamos que somos más importantes que los demás porque hemos escalado más alto o hemos conseguido otro ascenso. Recuerda que en la eternidad esos títulos y sueldos no tendrán sentido. Para un cristiano, simplemente deben ser vistos como recursos para ser usados por Dios. Si estás en esta práctica muy típica pero pecaminosa de comparar tu estado con el de los demás y determinar el valor según la posición, lee atentamente Filipenses 2 y 1 Corintios 4: 6-7. Te darán la perspectiva de Dios.