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Mi pregunta para ti es esta: “Si Dios quisiera hablar contigo hoy, ¿qué barrera tendría que superar?” Hemos visto tres barreras: el ajetreo, el ensimismamiento y el no saber escuchar a Dios. Dios nos habla principalmente a través de su Palabra escrita, así que, si no podemos escuchar a Dios, podría ser porque simplemente no estamos pasando suficiente tiempo en la Palabra, leyéndola y meditando en ella.

Dios también habla a través de nuestros pensamientos, si nuestros pensamientos están controlados por su Espíritu. La buena noticia es que cuando nacemos de nuevo y se nos ha dado nueva vida en Cristo, la Biblia dice que tenemos el Espíritu de Dios vivo en nuestros propios cuerpos. Con su Espíritu viviendo en nosotros, Pablo escribe que tenemos la mente de Cristo (1 Cor. 2:16). Eso significa que puedo tener pensamientos gobernados por el Espíritu de Dios. Él puede guiarme para que piense que es bíblicamente cierto, y pensar correctamente es otra forma en que Dios nos habla.

Durante años he orado Santiago 1: 5, que dice: ” Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará; pues Dios da a todos sin limitación y sin hacer reproche alguno.” Me falta sabiduría; Necesito sabiduría; por mi cuenta puedo tomar decisiones realmente tontas. Entonces, después de orar esto constantemente durante años, recuerdo que un día tomé una decisión sobre un asunto que surgió de repente, y luego pensé: “Eso fue inteligente; Esa fue una buena decisión.” Bueno, sí,  has estado orando por sabiduría y Dios te dio sabiduría cuando la necesitabas.

¿Cómo tomé una buena decisión? Dios me habló a través de mis pensamientos, que estaban, al menos en ese momento, controlados por su Espíritu.

Si tienes problemas para escuchar a Dios hablarte directamente, ¿podría ser porque tu mente está tan saturada de basura del mundo que tus pensamientos no están controlados por el Espíritu? Pensamos en lo que ponemos en nuestra mente y, a menudo, tratamos nuestras mentes como si fueran botes de basura. Escuchamos cualquier tipo de basura que llega a través de la televisión o de Internet, o leemos cosas que no son edificantes ni útiles. Entonces, cuando queremos escuchar a Dios hablarnos, él tiene que superar todo ese desorden que hemos acumulado en nuestras mentes. Se convierte en una barrera seria entre nosotros y Dios.

Si quieres escuchar a Dios hablarte, te animo encarecidamente a que te tomes en serio el llevar cautivo todo pensamiento y hacerlo obediente en Cristo, como leemos en 2 Corintios 10: 5.