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Veamos algunos principios importantes para recordar cuando tú eres la persona que critica.

Primero, acércate con la actitud de que estás haciendo esto para ayudar a la otra persona. Si tu motivo no es por el bien de la otra persona, debes lidiar con eso antes de hacer cualquier otra cosa. Entonces, comienza con la oración. Pídele al Señor que te revele cualquier motivo incorrecto. Asegúrate de que tu preocupación sea realmente ayudar a esta persona.

En segundo lugar, elige siempre el momento y el lugar adecuados. Jesús nos dijo que, si teníamos algo en contra de alguien, deberíamos ir a esa persona en privado, uno a uno. Y debes tener en cuenta que llamar a alguien a una oficina privada y cerrar la puerta puede enviar un mensaje muy alarmante y negativo a esa persona y a los demás. Entonces, tal vez durante el almuerzo o en un lugar más neutral sería mejor.

En tercer lugar, comienza con un enfoque positivo. Dale a la otra persona el beneficio de la duda. Por ejemplo, si alguien suele llegar tarde al trabajo, una buena manera de comenzar podría ser: “Me di cuenta de que tienes dificultades para llegar al trabajo a tiempo. ¿Hay algún problema personal que debería conocer? ” O en otra situación, puedes comenzar: “Escuché un informe de algo que dijiste, pero no me pareció que viniera de ti. ¿De verdad dijiste esto?

Luego, en cuarto lugar, se muy específico sobre el problema. Andar por las ramas no servirá de nada. Sé que es tentador para mí, cuando estoy criticando a alguien, empezar a hablar mal y diluirlo. Pero si lo estás haciendo por el motivo correcto, debes tener muy claro qué es y qué debe hacerse.

Dar y recibir críticas es parte de la vida. Saber responder a las críticas y darlas de la manera correcta son signos de profesionalismo, madurez y, lo más importante, de un espíritu cristiano.