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(Presentado por Lisa Bishop)

¿Estás en una época de cambios? ¿Lo estás aceptando o esta temporada te está provocando algo de ansiedad o miedo?

Todos experimentamos el cambio. A veces lo iniciamos y otras veces nos encontramos en una temporada de incertidumbre no deseada e imprevista.

Ya sea invitado o no bienvenido… el cambio puede provocar preocupación y ansiedad. No sé tú, pero yo tiendo a ser un poco fanática del control. La comodidad y la certeza pueden ser ídolos para mí, así que cuando estoy en medio de un cambio y no estoy segura del futuro, a menudo puedo sentirme fuera de control, ¡y no me gusta! En lugar de apoyarme en Dios, puedo tender a prepararme para preocuparme.

Cuando nos preocupamos sentimos miedo y preocupación porque algo desagradable está pasando y no sabemos cuándo ni cómo terminará.

O pensamos que algo malo podría pasar, y los “qué pasaría si” comienzan a pegarte. Tu mente entra en un ciclo de giro negativo de los peores escenarios y tratas de ser un predictor del futuro. Lo que pasa con la preocupación es que siempre está temiendo lo que podría pasar. Evocamos todos estos escenarios en nuestras mentes, la mayoría de los cuales nunca se hacen realidad. De hecho, un estudio reciente dice que el 91,4% de lo que nos preocupa nunca llega a buen término. Cuando nos preocupamos, de alguna manera creemos falsamente que nuestra preocupación puede cambiar nuestras circunstancias. Sabemos que la preocupación es un desperdicio de energía emocional, pero todos somos propensos a ella. El hecho es que la preocupación no puede cambiar los resultados.

Entonces, ¿qué hacemos cuando el cambio induce al miedo, la preocupación y la ansiedad a asomar sus feas cabezas? Podemos mirar al evangelio de Mateo para reenfocar nuestros pensamientos y recordar las palabras de Jesús.

“No se preocupen por su vida, qué comerán o beberán; ni por su cuerpo, cómo se vestirán ¿Quién de ustedes, por mucho que se preocupe, puede añadir una sola hora al curso de su vida?…. pero el Padre celestial sabe que ustedes necesitan estas cosas. Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas. Por lo tanto, no se angustien por el mañana, el cual tendrá sus propios afanes. Cada día tiene ya sus problemas.” (Mateo 6:25, 27-28, 33-34).

¿Cuál es esa área de tu vida a la que le estás prestando demasiada energía mental y emocional al preocuparte? ¿Qué cambio actual o inminente está causando preocupación?

Lleva tus preocupaciones a Jesús y recuerda, preocuparte no agregará un momento a tu vida. Cuando experimentes preocupación por el futuro, conviértela en oración y alabanza porque Jesús te ve y conoce tus necesidades. Disciplina tu mente y tu corazón para mirar a Jesús de donde viene tu ayuda. Él es tu ayuda siempre presente en tiempos de cambio.