Play

A todo el mundo le faltan piezas, ¿no? Para algunos, es un matrimonio que siempre has querido pero que no tienes. O un hijo que aún no te ha sido dado. O un trabajo que deseas, o seguridad financiera. Estas piezas faltantes son diferentes para cada uno de nosotros.

Pero podemos aprender a estar agradecidos incluso por las piezas que faltan. Pablo nos aconsejó que demos gracias en todas las circunstancias, y verdaderamente necesitamos aprender a hacerlo. Pero si hay alguna pieza clave que falta en tu vida en este momento, puedes estar pensando: “No tengo ganas de dar gracias por esta pieza que no tengo”.

Bueno, ¿no es genial que Pablo no nos haya dicho que teníamos que tener ganas? En Hebreos 13:15 leemos: Así que ofrezcamos continuamente a Dios, por medio de Jesucristo, un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de los labios que confiesan su nombre. Cuando no tenemos ganas de estar agradecidos, aún podemos ofrecer un sacrificio de alabanza. Creo que un sacrificio de alabanza es cuando alabamos y damos gracias a Dios contra todos nuestros sentimientos, a pesar de nuestros sentimientos.

¿Cómo haces eso? Hablas palabras de agradecimiento y alabanza. Las palabras son el fruto de tus labios, y este versículo en Hebreos nos dice que usemos ese fruto como un sacrificio de alabanza. Es difícil hacer eso, lo sé. Te sientes como un hipócrita cuando empiezas a decir cosas que no sientes, lo sé. Pero estás obedeciendo los principios bíblicos al ofrecer un sacrificio de alabanza.

Cuando me encuentro en esa situación, comienzo diciéndole al Señor que no tengo ganas. Pero confirmo que estoy ofreciendo estas palabras de acción de gracias en obediencia a las Escrituras, por fe, no por sentimientos, y luego digo esas palabras de acción de gracias, ¡incluso si vienen con los dientes apretados! Dios honrará nuestra voluntad de obedecerle; verá ese sacrificio de alabanza, y estará complacido.

Curiosamente, una vez que empiezo a decir las palabras de agradecimiento por las piezas que faltan en mi vida, los sentimientos suelen seguir. Ayuda pensar en tu voluntad como el motor de un tren, y tus emociones y sentimientos como el último vagón. Si la voluntad está frente a tus emociones, estarás bien. Pero si las emociones comienzan a dictar tu voluntad, entonces te encontrarás en constante confusión.

Así que, aunque no te sientas feliz por esas piezas que faltan, aún puedes sentirte agradecido, sabiendo que el Dios de todo el Universo tiene el control de tu vida y se preocupa por ti. Y ha prometido convertir tus cenizas en belleza.