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Es muy importante que desarrollemos nuestras habilidades de hacedores de paz porque Jesús dijo que ellos son bendecidos.

Solo quiero recordarte que Jesucristo es nuestra paz. Él se dignó a tomar forma humana, incluso cuando era un bebé en un entorno humilde, para poder traer paz a nuestras atribuladas vidas. Pablo escribe esto en Efesios:

Pues Cristo mismo nos ha traído la paz. Él unió a judíos y a gentiles en un solo pueblo cuando, por medio de su cuerpo en la cruz, derribó el muro de hostilidad que nos separaba. Lo logró al poner fin al sistema de leyes de mandamientos y ordenanzas. Hizo la paz entre judíos y gentiles al crear de los dos grupos un nuevo pueblo en él. Cristo reconcilió a ambos grupos con Dios en un solo cuerpo por medio de su muerte en la cruz, y la hostilidad que había entre nosotros quedó destruida.

Cristo les trajo la Buena Noticia de paz tanto a ustedes, los gentiles, que estaban lejos de él, como a los judíos, que estaban cerca. Ahora todos podemos tener acceso al Padre por medio del mismo Espíritu Santo gracias a lo que Cristo hizo por nosotros.  (Efesios 2: 13-18).

Jesús nació para traernos paz. Vino a reconciliarnos con Dios a través de la cruz, y para aquellos de nosotros que hemos aceptado su redención ofrecida gratuitamente, ahora tenemos paz porque tenemos a Jesús, que es nuestra paz. Nosotros, los que estábamos lejos, los que no teníamos paz en nuestra vida, los que estábamos esclavizados por el pecado, hemos sido acercados, tan cerca que podemos entrar en su lugar del trono y tener comunión con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Recuerda agradecer a Dios por el Príncipe de Paz, Jesucristo, y si aún no conoces la paz que ofrece, puedes hacerlo arrepintiéndote de tus pecados y aceptando su paz como propia.