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Necesitamos aprender a soltar.

Hay momentos en los que simplemente tenemos que soltar y entregar las situaciones a Dios. Soltar no significa que no nos importe, ni que no haríamos todo lo posible para mejorar la situación. Simplemente significa que reconocemos dónde terminan nuestras habilidades y dónde cedemos las situaciones al control de Dios.

Por ejemplo, la mayoría de los padres enfrentan esta decisión de “Soltar” a sus hijos. Crías a tus hijos lo mejor que puedes, tratas de enseñarles principios bíblicos, haces todo lo que sabes para ayudarlos. Pero en algún momento, los sueltas. Quizás los dejas ir a cometer sus propios errores, pero sabes que no hay otra forma de que aprendan. Dejas que tomen sus propias decisiones, incluso si puedes tomar mejores decisiones por ellos. Los padres tenemos que aprender a soltar a nuestros hijos.

Respondí una carta de un oyente que está luchando por soltar su sueño de casarse. Realmente quiere una pareja y está obsesionado con ese sueño y simplemente no puede dejarlo ir. Sabes, a menudo tenemos que soltar nuestros sueños, esas cosas preciadas que hemos estado esperando, anhelando y soñando. Pueden ser cosas muy buenas, como casarse. Pero Dios a menudo quiere saber si lo amamos más a él de lo que amamos nuestro sueño. Y entonces tenemos que dejarlo ir. A veces esos sueños se nos devuelven cumplidos más adelante; a veces no. Pero hasta que los dejemos ir, nos poseerán y nos robarán el gozo y la satisfacción.

Tenemos que aprender a soltar nuestras cargas. Jesús nos ha dicho que le entreguemos nuestras cargas pesadas y aceptemos la ligera a cambio. Creo que muchos de nosotros nos sentimos culpables cuando hay un problema en nuestra vida si no sentimos la carga todo el tiempo. Pero esa no es la forma en que Dios quiere que respondamos. Quiere que dejemos caer nuestras cargas a sus pies y que sigamos dejándolas ir. Puedo decirte que muchas veces le digo verbalmente a Dios: “Señor, dejo esto aquí. Lo dejo ir, porque es demasiado pesado para mí”.

¿Qué es lo que Dios quiere que dejes ir? Déjame animarte a que lo hagas. Puedes confiar en Dios. Él es capaz de encargarse de la situación, pero primero tienes que dárselo a él. Abre esos puños ahora mismo y sigue aprendiendo a soltar. Tendrás que aprender y volver a aprender, pero es un principio importante que debes aprender para tu vida diaria.